Hace unos días, mientras tomaba unos tereré con mí familia, llegó a mis ojos y oídos lo que el presidente Javier Milei dijo en Davos. No voy a mentir: sentí bronca, frustración y, sobre todo, una enorme responsabilidad como docente. Porque cuando desde la máxima autoridad de un país se habla de la ESI como una “ideología” o de la igualdad como un “privilegio”, es evidente que nuestra labor en las aulas no solo es importante, sino esencial.
Hablar de ESI no es adoctrinar ni imponer ideologías. Hablar de ESI es garantizar que mis estudiantes sepan identificar un vínculo violento, que puedan expresarse sin miedo, que reconozcan sus derechos y los de quienes les rodean. En un país donde cada 30 horas una mujer es asesinada por razones de género, negar el feminicidio no es defender la igualdad, es invisibilizar el problema.
La ESI nos permite hablar de cosas reales, cotidianas, que atraviesan a cada una/e/o les estudiantes que se sientan en las aulas. Es aprender a escuchar, a no juzgar, a construir una escuela donde el respeto sea el eje y la diversidad una riqueza, no una amenaza. Por eso, las palabras de Milei en Davos no solo son un ataque directo a los derechos de las mujeres y las diversidades, sino también a la tarea docente. Porque nosotras, nosotres y nosotros estamos en la primera línea.
El aula es un espacio de resistencia
Como docentes, no podemos darnos el lujo de callar. Nuestras clases son espacios para sembrar reflexión, diálogo y empatía. ¿Cuántas veces hemos abierto el debate sobre estereotipos, identidad o violencia de género? ¿Cuántos estudiantes nos han contado que gracias a una clase de ESI entendieron lo que es el consentimiento o se animaron a hablar sobre algo que les dolía?
En tiempos donde se eliminan programas, se desfinancian políticas públicas y se niegan las desigualdades, enseñar ESI es un acto de resistencia. Es darle a cada estudiante las herramientas para transformar su vida y, quizás, el mundo que habita.
Tu voz también cuenta
Desde este espacio, quiero invitarte a reflexionar y compartir. ¿Qué sentís frente a estos discursos? ¿Qué hacés en tu práctica docente para contrarrestarlos? Defender la ESI es una tarea colectiva, y cada granito de arena cuenta.
Si algo nos enseñan las aulas es que no hay transformación pequeña. Seguimos en esta lucha, porque nuestres estudiantes lo merecen. Y porque, en el fondo, sabemos que un mundo más justo es posible.
Cristina Bronzatti
@esiensecundaria